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Los Celtíberos:

La supuesta llegada de los íberos desde el norte de Africa, al sur y a la costa mediterránea y la entrada por el norte, a principios del año 1200 a.C., de tribus celtas da lugar al intercambio de razas y culturas que más tarde configurará la España Celtibérica.

Hacia los años 1000 – 900 a.C., llegaran los celtas al actual Aragón, hasta el norte de la provincia de Teruel, en una primera ola desde los montes Alberes y más tarde, hacia el año 650 a.C., por el Ebro, . A estas migraciones y asentamientos corresponden los «turones» de Teruel, entre otros.

 

Fenicios, Griegos y Cartagineses:

Durante los siglos VII a II a.C., llegarán gentes con influencias de las culturas mediterráneas (fenicios, griegos y cartagineses) e indoeuropeas (celtas). Son los que van a introducir en la historia a las tierras de Aragón. El humanista e historiador Bernardino Gómez Miedes (1514-1589) cita a la localidad de Armillas como lugar de explotación de sal. Posiblemente los griegos dieron nombre a la población (del griego Almiris-idos «saladillas», de als-alos «onda salada») ya que también se han encontrado monedas e inscripciones griegas.

Desde el siglo VII a. C., se desarrolló en el suroeste del actual Aragón, donde se sitúan nuestras tierras, un área cultural que se denominará Celtiberia, configurada por agrupaciones humanas de origen celta pero con influencias íberas. Estas agrupaciones fueron creando los primeros centros urbanos, sobre viejos poblados de la Edad del Hierro, o de nueva implantación.

Miguel Cortés y Lopez afirma, en el diccionario geográfico-histórico de la España antigua que Amilcar fundó Cártago Vetus (Cantavieja), Libana (Montalbán), Anitorgis (Alcañiz), entre otras.

Desde finales del siglo III a.C., la región del bajo Aragón fue escenario de enfrentamientos entren cartagineses y romanos, sin embargo los diferentes pueblos nativos aliados de los primeros impidieron el avance de los segundos en el actual territorio Aragonés.

Es a partir del año 206 a.C., cuando son expulsados definitivamente de la península los cartagineses y comienza la conquista romana con largo periodo de revueltas conocidas como las «guerras celtibéricas». En el año 181 a.C., los celtíberos del Jalón y del Jiloca se rebelan contra el dominio romano con un ejército de 35.000 hombres y que reprimirá el cónsul Fulvio Flacco con la destrucción de varias ciudades y la toma de Contrevía (Daroca) una de las principales ciudades de Celtiberia.

 

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La conquista romana:

En el año 348 a.C., romanos y cartagineses firman un tratado de no expansión, por el que los segundos se comprometen a no sobrepasar Cartagena, hacia arriba.

En el año 231 a.C., los romanos acusan a Amilcar de llegar hasta Akra-Leuké (Montalban) y en el año 228 a.C., éste habría sitiado Belice (Belchite).

En el año 218 a.C., Publio Cornelio Escipión se dirige, con sus legiones, hacia el sur con el fin de detener la expansión de los cartagineses. En el recorrido acampa en Castrum Album (Montalbán), ciudadela fortificada en la que había acumulado trigo. Son atacados por los cartagineses perdiendo alrededor de dos mil hombres y siendo obligados a retirarse hacia el norte, a tierras de Campo Romanos o a tierras de Navarra, según el historiador que lo cuenta.

En 214 a.C., las legiones romanas asentadas en Tárraco comienzan el avance con 30.000 legionarios celtíberos, hacia el Bajo Aragón para hacer frente a Asdrúbal que regresa con su ejército desde Africa. Los cartagineses los derrotan y Cneo Escipión muere en la batalla. Publio Cornelio Escipión, para vengar su muerte, tras ser nombrado cónsul de España barre a los cartagineses de nuestras tierras. En venganza castiga a Turba (Teruel), capital de los turboletas, vendiendo a sus habitantes como esclavos y haciéndolos tributarios de los saguntinos que ya habían sido conquistados por los romanos.